De adolescente, marcha a la isla de Mallorca a hacer el servicio militar y aprovecha para titularse en la Escuela de Artes y Oficios de Palma. De vuelta a València, entra la Escuela Superior de Bellas Artes de San Carlos donde se licencia y es nombrado Académico.
Con Esteve Edo y Octavio Vicent, Silvestre forma parte de una generación dorada de escultores valencianos de principios del siglo XX que tienen una concepción mediterránea de las formas. Su obra es fundamentalmente tradicional, basada en las formas naturales.
Su técnica es muy singular: esculpe como le gusta, sin complicarse con nuevas tendencias, sin preocuparse por la existencia de corrientes innovadoras o modas estériles.
A veces interpreta formas, otras veces se acerca a la realidad, pero siempre busca la esencia. Utiliza los planos y los volúmenes simplificando las formas. Busca lo elemental, las primitivas figuraciones.
Toda esta particularidad artística de Silvestre se manifiesta en una obra delicada, casi poética. Su obra es una manera personal de acariciar la vida, de manera serena.
Su trabajo, en definitiva, es el medio que tiene Silvestre de comunicar, de hablar, de transmitir toda su calidad humana de persona sincera y de trabajador honesto.